lunes, 27 de febrero de 2012

El FALSO MENDIGO- Un cuento con reflexión y meditación....






Había una vez, en un pequeño pueblo, un anciano que estaba harto de su familia. Ellos se reunían cada domingo para hacer un cuantioso almuerzo. Cada quien traía algo para colaborar y al final pasaban la tarde de comida y algarabía. La familia era extensa, venían todos los parientes: sobrinos, nietos, primos, hijos, etc, etc.
Pero el anciano no podía soportar a cinco de ellos: Juan, el comilón que siempre quería la parte mejor y más grande; Mariano, el engreído que siempre se hacía notar y despreciaba a los demás; Eusebio, el haragán que nunca ayudaba en nada; Marisa, la tonta que siempre decía cosas fuera de lugar y se reía sin motivo y Claudia, la criticona que nunca le venía bien nada y juzgaba a todo el mundo.
Por eso un día decidió que no se quedaría más en casa los domingos para no tener que soportarlos. Inventó una estrategia que le permitiría no pasar hambre esos días. Pensó: “fingiré ser un mendigo y me iré cada día a un pueblo distinto, así además de procurarme alimento conoceré otros lugares y me divertiré mucho”
Y así fue. El anciano dijo en su casa que había decidido salir los domingos de pesca y que su decisión era irrevocable. Los familiares aceptaron la idea porque pensaban que ya estaba chocheando y que lo mejor era no contradecirlo.
Pasaron dos años durante los cuales el anciano, disfrazado de mendigo, iba de pueblo en pueblo, dando lástima y conociendo personas y lugares nuevos. Todo iba de maravillas.
Pero uno de esos domingos, uno de sus nietos, un joven que lo amaba mucho pensó “Hoy voy a darle una sorpresa al abuelo y lo seguiré al lugar donde pesca para llevarle unos buñuelos de esos que le encantan, y de paso le pediré que me enseñe a pescar”. Se levantó temprano, y salió detrás del abuelo con su vianda pronta.
Para su sorpresa, el abuelo en vez de ir en dirección al mar, tomaba en sentido contrario, se escabullía por los caminos que van hacia las montañas. En determinado momento el abuelo se escondió detrás de un árbol y cambió su ropa por unos trapos rotos y sucios.
El joven quedó azorado. “¡¿Qué está haciendo?! Pero se contuvo y decidió seguirlo esta vez un poco más de cerca. Vió como entraba en un pueblo y paseaba por las calles con un plato en la mano pidiendo comida. Muchas personas se acercaban para ofrecerle agua y alimentos y luego seguían su camino, otros se detenían a hablar y él aprovechaba para preguntarle cosas del pueblo. Luego de unas horas el abuelo se dirigió a la plaza y se sentó a comer los alimentos que generosamente le habían dado. El nieto que aun no salía de su asombro se escondió detrás de un árbol a observarlo hasta que alguien tocó su hombro. El joven se dio vuelta y un señor de mediana edad le inquirió “¿Quién eres? Nunca te vi por aquí. Y además ¿Nunca viste un mendigo acaso, que te escondes para observarlo como si de un animal extraño se tratara?”
“Es que no salgo de mi asombro señor, ese mendigo es mi abuelo…y aunque usted no lo crea en casa hay comida abundante para todos…no entiendo porque hace esto…”- contestó el joven
- Ummm creo que entiendo…si me permites te ayudaré a que tu abuelo regrese a casa- seguramente solo está un poco aburrido…eso le pasa a los ancianos a veces ¿sabes?
- Si claro, por favor, ayúdeme, no soporto ver a mi abuelo haciendo estas locuras..
- Te ayudaré, verás lo que haremos, tu solo ven cuando yo te llamé con el sonido de esta campana- dijo el hombre mientras sacaba una pequeña campana dorada de su bolsillo- y guíame hacia tu casa sin proferir un sonido
Y el hombre se acercó al anciano que comía mendrugos de pan en la plaza y se puso a conversar con él mientras permanecía sentado a su lado. Notó que el anciano era muy curioso y que le encantaban las historias asombrosas de los pueblos. Asi que aprovechando esta cualidad decidió inventar una historia
- Si…es verdad –en todos lados ocurren cosas increíbles- aquí por ejemplo, hoy mismo, se celebra una curiosa fiesta donde solo se puede ir con los ojos vendados mientras un compañero experimentado te guía. Ni siquiera te puedes sacar la venda hasta que termina la fiesta. Es un verdadero deleite para los sentidos, ya que con la venda disfrutas más de los manjares, de los sonidos, de las risas y las conversaciones….
Yo fui el año pasado y ahora, si quiero volver a ir, tengo que ser guía de otro pero ya no puedo ir con los ojos vendados…una pena…porque además no he conseguido a nadie para guiar…ya todos tienen guía esta vez….
El anciano no cabía en el asiento de la curiosidad que le daba una fiesta tan extraña. Así que después de algunos movimientos ansiosos le dijo a su acompañante :
- Oye…¿y si me llevaras a mi? ¿tu crees que me admitirían?...puedo conseguir una ropa más decente, de hecho llevo en mi morral algunas prendas que me han regalado hoy casualmente…
- Ummm no lo sé…es que no eres del pueblo ¿entiendes? Aunque tal vez…si hablo con el alcalde…dejame ver…volveré en media hora y te daré la respuesta
Y el hombre fue a contarle el plan al nieto del anciano, mientras este se retorcía de las ganas de participar de esa fiesta y dejaba volar su imaginación como nunca antes lo había hecho.
- Toma mi caballo y ve rápidamente a explicar el plan a tu familia, que preparen la comida más deliciosa que puedan, que pongan música, que no falte nada…y luego regresa para guiarnos a casa…
El joven hizo como le habían pedido y luego de una explicación breve los dejó a todos preparando la fiesta sorpresa del abuelo mientras el volvía para guiarlos a su casa.
Y allí estaba el abuelo, que se había quitado el disfraz de mendigo, junto al hombre que lo guiaría a la fiesta. Este, al ver llegar al joven, le dijo: “Bueno, ya podemos empezar a caminar, es un poco lejos y tenemos que llegar en hora”
Luego de hora y media de camino llegaron a la casa…el anciano entró con los ojos vendados y se sentó a la mesa, disfrutó de la comida, saboreó todas las bebidas, participó de las conversaciones …y cada tanto pensaba “ese que habla me hace acordar a Juan, siempre quiere el plato más grande” o “esa me hace acordar a Marisa…puras estupideces dice” y se reía porque le daba mucha ternura reconocer personajes tan parecidos a los de su propia familia…hasta que en un momento pensó “al fin y al cabo también son graciosos con esos defectos…si no los tuvieran no me estaría riendo así ahora” y eso le produjo una gran compasión por aquellos familiares que el creía ahora distantes….
El anciano estaba extasiado, disfrutando como nunca, cuando el hombre que lo había llevado se acercó y le preguntó “¿quieres irte de aquí? Solo dímelo y te llevo al pueblo…no quiero que pases mal”
-¿Irme de aquí? No!! Me quiero quedar todo lo que pueda…hasta que termine la fiesta!!! Nunca había estado tan a gusto en un sitio!!
- Muy bien!!- contestó el hombre sonriendo- entonces al menos desearas sacarte la venda de los ojos ¿verdad?
- ¡¡Si! Me encantará ver el rostro de todas estar hermosas personas que me han estado dando tanta alegría!! Quítamela por favor!!
Y el hombre desató el nudo y cayó la venda.
Y ahí, frente a él, los rostros sonrientes de Juan, Mariano, Eusebio, Marisa y Claudia lo saludaban junto a todos los demás rostros que componían tan hermosa familia.
El anciano, entre lágrimas y risas los abrazó a todos y por supuesto que sin decir palabra todos entendieron que nunca más saldría a mendigar los domingos.

REFLEXIÓN
El hogar es nuestra psique profunda, el lugar donde somos realmente nosotros. En ella siempre hay aspectos que nos desagradan y que deseamos evitar a toda costa, no verlos, ignorarlos: no los soportamos!. Y entonces nos alejamos..¿de donde? De nosotros mismos, de lo bueno y de lo malo. Ideamos estrategias disparatadas que puedan suplir ese alimento que nos falta al perder contacto con nuestro verdadero ser. Fingimos ser mendigos y nos convencemos a nosotros mismos que es de lo más divertido. Buscamos distraernos, aliviarnos, olvidarnos cada vez más de nosotros. Pero afortunadamente siempre hay un mensajero y un ángel que nos persiguen desde el hogar, que impiden que ese lazo quede cortado para siempre…nos siguen…nos llaman…y si es necesario idean estrategias, que son los acontecimientos de nuestra vida, que nos lleven de nuevo a casa, que nos quitan los velos para que podamos apreciar e integrar la belleza de todos nuestros aspectos…hasta que lloremos abrazándolos y amándolos.
¿Por qué salir a mendigar alimento cuando tu hogar está repleto de alegría, amor y manjares?
Puedes hacer una preciosa visualización ahora:
Sientate cómodo, cierra los ojos e imagina que estas sentado frente a una mesa enorme, con un montón de sillas alrededor…deja que vayan llegando y sentándose todos tus aspectos, los que amas y los que rechazas…dejalos sentarse, aceptalos..uno por uno sin apuro.
Ahora comienza a ponerles nombres. Imagina cómo se comportan estos aspectos frente a esta mesa rodeada de manjares. Seguramente el engreído dirá que ha comido cosas mejores, el iracundo romperá el plato porque demoran en servirle, el glotón intentará comerse la comida de los otros, la victima llorará en silencio mientras deja que se coman su comida, el adulador se sentará junto al que tiene el plato más lleno, el intelectual dará una explicación sobre las vitaminas de cada ingrediente y sus efectos en el organismo, etc, etc, etc.
Obsérvalos a cada uno, déjalos actuar…déjalos actuar…hasta que inevitablemente te arranquen una sonrisa…¡son graciosos!! Si…son un poco locos…pero son tan tiernos!! Imagina a estos seres como si fueran tus hijos…acaríciales la cabeza…diles que los amas…que todo está bien…¡¡ellos están ahí para que les prestes atención!! Por favor…¡¡no los juzgues!!
Y ahora, con este sentimiento de compasión diles: LOS AMO Y LOS ACEPTO Y ESTOY DISPUESTA A INTEGRARLOS A TODOS. JUNTOS VAMOS A DISFRUTAR DE ESTA ABUNDANCIA DE ALIMENTOS, DE AMOR Y DE ALEGRIA.
Y ASI ES.

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